En el programa Flor en Flor, nuestra botánica de cabecera, Mari Ángeles Alonso, nos ha invitado a descubrir un árbol tan elegante como resistente: la melia, también conocida como cinamomo o fresno de flor.
Y en voz de su autora, Ángeles Corella, escuchamos una poesía dedicada a este árbol, celebrando su belleza y su simbología. La melia es un árbol caducifolio, lo que la convierte en una especie ideal para los parques: en verano ofrece una sombra fresca y agradable, mientras que en invierno, al perder sus hojas, deja pasar la luz del sol.
Su floración morada, en forma de pequeños racimos, añade un toque de color y perfume a los paisajes urbanos. El nombre científico de la melia fue otorgado en el siglo XVIII por Carlos Linneo, quien, como recordaba Mari Ángeles, “Dios creó las especies y Linneo les puso nombre”. El término Melia procede del nombre que los romanos daban al fresno de flor.
Aunque sus frutos son tóxicos, pueden tocarse sin peligro y, una vez secos, se utilizan tradicionalmente para hacer collares y adornos. Originaria de Asia, la melia es considerada planta sagrada en lugares como India y Malasia, y destaca por su fortaleza y resistencia a la sequía.
Desde tiempos antiguos, incluso en los escritos de Zacarías, se mencionan sus usos: las hojas servían para teñir telas y cabellos, lo que muestra la estrecha relación entre este árbol y las tradiciones humanas.
Si quieres admirar una melia de cerca, puedes encontrar un hermoso ejemplar a la salida de Villena, en la rotonda de la Losilla, donde se erige como testimonio vivo de la belleza y utilidad de esta especie milenaria.