Con más de veinte años de experiencia en el campo de la odontología estética, María Ferrándiz ha desarrollado un método propio que combina precisión clínica, sensibilidad artística y una atención profundamente personalizada. Una sonrisa no se diseña solo con técnica, también con escucha, con intuición y con respeto por lo que cada paciente quiere proyectar.
Carillas con firma propia
La especialidad de la clínica son las carillas dentales de porcelana, diseñadas de forma totalmente artesanal y adaptadas al rostro, la personalidad y los deseos del paciente. No se eligen de un catálogo ni se improvisan: cada pieza se crea desde cero tras un minucioso estudio facial y estético. El objetivo es lograr un resultado armónico, natural y duradero, que respete la expresión individual.
De hecho, María ha desarrollado su propia línea de carillas, fruto de años de perfeccionamiento técnico y sensibilidad visual. Porque nada es casual, cada milímetro cuenta, y cada decisión tiene un porqué estético y funcional.
Más que retoques: identidad
En Clínica María Ferrándiz, no se habla de retoques ni de modas. Se habla de identidad, coherencia y autenticidad. Por eso, la doctora no solo supervisa los tratamientos: los lidera y los firma. Escucha, interpreta y proyecta con un nivel de detalle que convierte cada sonrisa en una obra coherente con quien la lleva.
Además, cuenta con un equipo de profesionales altamente cualificados —ortodoncistas, higienistas, protésicos y cirujanos— que comparten una misma filosofía: cuidar la salud, embellecer lo natural y acompañar al paciente con calidez y compromiso.
Dos años de arte, salud y transformación
El pasado viernes 27 de junio, María Ferrándiz · Arte Dental celebró su segundo aniversario como clínica especializada en estética dental. Dos años de trayectoria que han consolidado su propuesta como un referente donde la excelencia profesional se une a una experiencia de paciente cercana, personalizada y profundamente transformadora.
“Cuando un paciente sonríe con seguridad por primera vez después de años, cuando se reconoce y se gusta, ahí sabemos que el trabajo ha valido la pena”, concluye María Ferrándiz. Porque transformar una sonrisa no es solo cuestión de estética. Es, también, un acto de arte, de precisión… y de humanidad.