La valenciana, a sus 58 años, ha vuelto a demostrar que el tiempo y los límites se moldean a base de pasión, tenacidad y raíces. Ha batido este fin de semana el récord del mundo de 24 horas en la modalidad gravel, tras recorrer 502 kilómetros sin descanso en un circuito de piedra suelta y tierra en Bocairent, su localidad natal. Durante su increíble reto, María José Silvestre vivió momentos que quedarán grabados en su memoria. En uno de los momentos fue acompañada por un grupo de personas en un tren turístico, disfrutando de música y animándola en un ambiente festivo y motivador. Este apoyo fue un impulso importante en medio de su esfuerzo. Sin embargo, no todo fue fácil. María José enfrentó momentos duros, como cuando tuvo que soportar altas temperaturas que le hicieron bajar su rendimiento. En una ocasión, tuvieron que ponerle hielo en la nuca para aliviar el calor y seguir adelante. Además, en mitad de la noche, la luz se apagó y tardaron 15 minutos en cambiar el grupo electrógeno. A pesar de estos obstáculos, ella pudo continuar porque llevaba luz en su bicicleta, lo cual fue crucial en esas últimas horas. Las últimas tres horas del reto fueron especialmente intensas, ya que tuvo que acelerar para mantener un ritmo mínimo de 20 km/h y superar los 500 km que se había fijado. Finalmente, logró completar 502 km, un logro que demuestra su determinación y resistencia. Un momento motivador ocurrió cuando su hermana le dijo en valenciano: «Per el pare», una expresión que le dio fuerzas en los momentos más difíciles. Después de casi 10 años sin parar de participar en carreras de ultraciclismo, María José se plantea ahora darle un descanso a su equipo, consciente de que sin ellos no habría podido lograrlo. De cara al futuro, María José no descarta nuevos desafíos. Tiene en mente un recorrido de supervivencia en Estados Unidos, lo que demuestra que no tiene límites. Estamos seguros de que seguirá sorprendiendo con su espíritu de superación.